La gestión de la gente ha pasado por diversos momentos históricos que han marcado su evolución y desarrollo. Desde los inicios de la era fabril dominada por el maquinismo y contextualizada en la Revolución Industrial, (época en la que la gente no eran consideradas personas como tal sino simples instrumentos de trabajo) hasta los entornos globalizadores, tecnológicos y virtuales de hoy día la problemática del trabajo como hecho social ha estado presente a lo largo y ancho del desarrollo organizacional, teniendo siempre como escenarios los devenires políticos, sociales y económicos que establece el curso de la acción humana en su incesante búsqueda de bienestar, equidad y felicidad plena.

Así hemos pasado de periodos en que las organizaciones se centraban en la producción, bajo estructuras rígidas y piramidales en ambientes cerrados a organizaciones centradas en productividad manejadas bajo parámetros de calidad en ambientes socio-técnico abierto. Somos testigos de la aparición de fenómenos tecnológicos que impactan la vida organizacional, potenciándola y dinamizándola como lo es el uso de las tecnologías de la información, haciendo posible la existencia de redes internas y externas. Asistimos maravillados a la existencia y presencia de lo virtual como parte de la cotidianeidad y extensión de las organizaciones haciendo posible una mayor fluidez de lo informativo y comunicacional, conectando todos los saberes y devenires tal como lo profetizo McLuhan en los años sesenta del siglo pasado.

En todos y cada uno de estos momentos históricos las relaciones de los individuos y las organizaciones han sido afectadas por los entornos políticos, sociales y económicos que han marcado cada época. De allí, tenemos que de la predominancia y consolidación de un capitalismo liberal pasamos a sistemas socialistas ortodoxos. Nos encontramos desde teorías fundamentadas en concepciones hedonistas del hombre hasta aquellas que pregonan esquemas motivacionales basadas en estímulos y reconocimientos. Presenciamos la influencia de los Estados con sus marcos políticos y regulatorios frente a sociedades que demandan mayor justicia y libertad. Y en cada periodo que le ha correspondido atravesar, las organizaciones no se han detenido y su correlato de gente y trabajo se ha vuelto cada vez más visible y necesario.

Hoy día la gestión humana se encuentra frente a una gran cantidad de desafíos, particulares y únicos pero en el que todos y cada uno de los factores que componen esta realidad tienen denominadores comunes contradictorios y discordantes que hacen aun mas difícil el manejo de la gente y la sobrevivencia misma de la organización. Estamos viviendo Tiempos Modernos, parafraseando la genialidad de Chaplin, pero evidentemente bajo parámetros y estándares diferentes a los plasmados en aquellos años. Son días marcados por la complejidad y la fragmentación.
La idea y praxis de lo complejo nos sitúa en el terreno de entender y manejar la incertidumbre como forma de vida organizacional. Atrás quedaron los días de confort, espacialidad y estabilidad. Lo abstracto se ha vuelto común y lo común se ha vuelto escaso. Las organizaciones en la actualidad tiene que lidiar con temas de gestión humana que hacen algún tiempo atrás era impensables tales como la retención de personas en ambientes socialmente volátiles, el diseños de políticas remunerativas altamente efectivas, el acompañamiento social y familiar, la lucha contra la discriminación y la intolerancia, el aceptamiento y manejo de la diversidad sexual, el tratamiento frente al acoso laboral, las adicciones tecnológicas y farmadependientes, la aparición de nuevas enfermedades ocupacionales, los cuadros depresivos y de soledad agravada de las personas.

La noción de fragmentación, por su lado nos lleva a la concurrencia de factores individuales y colectivos que aceleran, o frenan, o potencian, o menoscaban el accionar organizacional. Se trata del empoderamiento de la gente desde el conocimiento como herramienta liberadora y de su experiencia como sujeto activo y pasivo de su propio destino. Cada individuo dentro de la organización constituye una realidad única que paradójicamente forma parte de un colectivo. La idea de unicidad completa y total se hace cada vez más difusa y dispersa dado que las personas hoy día posen mayores aspiraciones, o se encuentran en situaciones de poder como consecuencia de políticas y acciones del estado. El gobierno organizacional hoy día, ya no descansa solamente en la base gerencial sino en la acción de todos y cada uno de los componentes humanos de la organización.

De allí, que los responsables de la gestión de la gente en la actualidad deben apelar a la creación de escenarios no convencionales desde la creatividad e iniciativa que les permita abordar las nuevas realidades con el objetivo de sobrevivir y permanecer en el tiempo. Ya no basta con apelar al raciocinio y a la experiencia como elementos centrales de las políticas organizacionales. Es necesario ir más allá entendiendo la otredad desde el contexto de las aspiraciones materiales, físicas, sicológicas y espirituales. Corren tiempos muy bizarros en todo el orbe y es preciso y menesteroso acudir a la inventiva si queremos realmente optar por organizaciones flexibles, adaptables, de permanente cambio. La redefinición de Misiones, Visiones y valores son de imprescindible guía para orientar este camino.

El rol que deben desempeñar en este escenario los encargados de la gestión humana es crucial. Es preciso convertirse en los gestores políticos de la organización. Para ello, hay que potenciar las competencias necesarias tales como las habilidades comunicacionales, la empatía, la escucha activa, la templanza, el don de gente, la sinergia. Solo así contribuiremos a la prevalencia y a la transformación organizacional. Recordemos que solo el conocimiento nos hará libres.